La transición justa como vía para la construcción de un modelo de industria 4.0 socialmente equilibrado

Uno de los grandes desafíos de la industria 4.0 se refiere a cómo es posible abordar la llegada de estas nuevas tecnologías y patrones de producción sin dejar atrás a las personas que tienen que ser parte central del modelo. Desde el sindicalismo se ha apostado por hacer este cambio de modelo en base a criterios de justicia social y laboral: una “transición justa”.
Se parte del convencimiento de que si es necesario avanzar hacia un modelo de máquinas y fábricas inteligentes, hay que valorar ciertos cambios en el marco tecnológico, pero también y necesariamente en el marco normativo y ético. Sin embargo, mientras los cambios tecnológicos ya son analizados y abordados en su mayoría por el propio sistema industrial, los demás aspectos parecen estar quedando relegados a un segundo plano. Desde esta perspectiva, no es posible ignorar los riesgos de una implantación desmedida del modelo de industria 4.0. Riesgos que pueden abarcar desde la exclusión de muchos trabajadores del mercado de trabajo, a la excesiva concentración de riquezas, o el aumento de la desigualdad social y de los territorios.
El proceso de transición justa que principalmente –aunque no en exclusiva- se está impulsando desde los sindicatos como itinerario socialmente responsable hacia la industria 4.0 interpreta el cambio de modelo industrial como una oportunidad para la construcción de un modelo productivo socialmente más equilibrado.

Grupo de trabajo de Prospectiva Industrial
Características, herramientas y metodología de la transición justa
El proceso de transición justa se caracteriza por tener un carácter multidimensional y participativo. Es decir, junto con el proceso de implantación de las tecnologías, deberán tenerse en cuenta no sólo criterios técnicos, sino también relativos a las condiciones de trabajo, salud laboral, y a los derechos de los trabajadores de estas empresas digitales.
Por ello, no es extraño que la herramienta considerada más adecuada para abordar un proceso de estas características sea el diálogo social. Desde el Diálogo Social es posible canalizar el debate y las aportaciones de los distintos agentes sociales y sus diferentes perspectivas. Además el diálogo social va a tener una especial importancia puesto que la legislación laboral o las políticas institucionales van a dejar un amplio margen para la negociación y el diálogo entre trabajadores y empresarios, sobre todo en las propuestas concretas o sectoriales.
El carácter participativo del modelo, también se extiende a la transición dentro y desde las distintas empresas: Incentivar los derechos de información y participación sindical de los trabajadores en las empresas es un aspecto clave. Y aún lo es más cuando hablamos de la migración hacia un modelo en donde se pretende incentivar el talento, la versatilidad y la capacidad de adaptación de los trabajadores. La competitividad para las empresas puede residir en un corto plazo en la propiedad de las tecnologías, pero a largo plazo, será el uso y el talento aplicado a su uso el principal valor añadido diferenciador y el principal elemento de competitividad.
En el proceso de implantación de las tecnologías en las empresas, deberán tenerse en cuenta no sólo criterios técnicos, sino también relativos a las condiciones de trabajo, salud laboral, y a los derechos de los trabajadores de estas empresas digitales. En estas áreas también es importante contar con gente dentro de la propia organización que sea facilitadora de este cambio.
El papel de la administración en los procesos de transición justa
El papel de la administración también será crucial en esta transición justa, ya que será necesario adecuar las políticas fiscales, industriales, sociales y laborales para evitar el desequilibrio del modelo. De esta forma, será necesaria la introducción de criterios de redistribución de los beneficios de la digitalización, a través de cambios fiscales que puedan ayudar a un reparto de beneficios de la industria 4.0 más justo, y políticas dirigidas a evitar desigualdades territoriales y sociales.
El trabajo es un concepto amplio, y que implica no sólo una faceta material o salarial sino que tiene implicaciones psicológicas, sociales e incluso de autoconcepto. El trabajo, dependiendo de la perspectiva sociológica o psicológica que prefiramos, puede definirse como un medio y expresión de estatus individual o social, de autoafirmación individual o de pertenencia social. Algunos de los cambios en la cantidad y en la calidad del empleo que puede conllevar el modelo pueden generar desigualdades profundas y grandes dosis de descontento social, por lo que es necesario prever medidas políticas de carácter fiscal y social que sean capaces de abordar estos cambio en el trabajo, y redistribuir más eficazmente los resultados de la mayor productividad y beneficios del modelo.
La vigilancia de las cadenas de suministro y de las nuevas formas de trabajo
Por otra parte, la digitalización puede incentivar el trabajo en precario, Las plataformas económicas digitales o la deslocalización laboral contribuirán a difuminar las relaciones laborales a través de los canales digitales. Será necesaria la instauración de especiales cautelas para la vigilancia de las cadenas de suministro de las empresas digitales.
Según un informe realizado en 2015 por la confederación internacional de sindicatos (CSI), las 50 mayores multinacionales emplean de forma directa a sólo el 6% de su fuerza de trabajo real. Es decir, el 94% del trabajo se perdía en una larga cadena de suministro y quedaba oculto. La progresiva implantación de nuevas formas de trabajo propias de las empresas digitales, debe ser también objeto de especial atención.
Acabamos esta breve introducción a los principales elementos de la transición justa hacia la industria 4.0, con una cita de a Quim González Muntadas, quien también participó en la serie de jornadas organizadas desde los observatorios hace un tiempo y que resume muy bien algunas de las inquietudes y prioridades sindicales ante esta transición.
“Porque esta nueva era de reducción drástica de costes y de robots danzarines sin enfermedades, ni pérdida de concentración y con su energía continua, puede representar tanto una gran división social, con más desigualdad e injusticia, como un nuevo renacimiento para la humanidad, un reparto inteligente del trabajo y la liberación de largas jornadas laborales.
Dependerá, si además de hablar de lo inteligentes que serán las maquinas, se habla también de las personas. Este es el reto del sindicalismo, conseguir que en el centro de Industria 4.0 estén las personas”
Quim González Muntadas, Director de Ética de Organizaciones
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